Una vez se confirma el embarazo, es muy importante ir al odontólogo, pasar una revisión y someterse a una cuidadosa limpieza dental eliminando  placa bacteriana y sarro.  Prevenir es la prioridad en este periodo de cambios e incertidumbres en el que aumenta el riesgo de problemas bucodentales.

 

Popularmente se ha creído que en estos meses, el embrión forma sus huesos con el calcio que obtiene de los dientes de las madres y que ese hecho explicaba la frecuencia en ellas de problemas dentales e incluso pérdidas de piezas durante el embarazo. Esta sería la explicación del dicho “cada hijo cuesta un diente”. Pues bien, nada que ver con la realidad. Lo cierto es que el calcio de sus huesecitos en formación lo obtienen los  niños de la dieta de la madre y no de sus dientes. Sin embargo es muy cierto que durante el embarazo, la gestante padece frecuentemente problemas dentales que en muchas ocasiones terminan en extracción.

La causa de las principales alteraciones, están en las encías. Las encías son un tipo especial de “piel” interior. La piel propiamente dicha es la piel del exterior del cuerpo que nos cubre completamente.  Cuando esta piel llega a los orificios naturales (boca, nariz, oídos, genitales, ano, etc.) se introduce en el interior de nuestro cuerpo y entonces cambia sus características y también cambia de nombre. Ahora en vez de “piel” se llama “mucosa”. Pues bien, durante el embarazo, y debido a los muy importantes cambios hormonales, todas las mucosas del cuerpo se hinchan y se inflaman: también la mucosa de la boca que se llama encía.

Como consecuencia de los cambios inflamatorios por el embarazo, la encía se vuelve más sensible y dolorosa y sangra con facilidad por lo que las futuras mamás hacen una higiene oral más delicada o menos intensa (para evitar el dolor y el sangrado de las encías) que casi siempre es insuficiente y termina dañando los dientes, pudiendo llegar incluso a perder alguno o algunos de ellos y justificando así el dicho popular. Esta inflamación de las encías en la gestación, tiene un nombre técnico: “gingivitis gravídica”.

 

El tratamiento de la gingivitis gravídica, es el control periódico de las encías en la clínica dental y el control diario del paciente en su casa con el cepillo dental y el hilo dental. Hay que insistir en el uso subgingival del hilo dental, técnica en la que adiestrar al paciente en la clínica. También hay que insistir en que si al pasar el hilo sangra en algún lugar o huele mal, hay que volver a pasarlo. El sangrado no se produce por el trauma mecánico del hilo sino por estar la encía inflamada y la mejor manera de desinflamarla es volver a pasar el hilo dental aunque sangre.

Para terminar, otro aspecto importante para no dilatar la visita al profesional, es que si a la madre hubiera que hacerle algún trabajo en la cavidad oral, el trimestre ideal para realizarlo (si se puede elegir) es el segundo, ya que durante el primer trimestre se está formando el embrión y por lo tanto habría algún riesgo de malformación, y durante el tercero, habría algún riesgo de parto prematuro.

¡Cuidar y mantener la boca sana durante el embarazo, es una prioridad!